Le Chic Inimitable: TIRARSE AL AGUA

Entre tirarse al agua y quedarse mirando desde lejos no solo hay diferencias, hay un abismo. No se trata solo de mojarse o permanecer seco, se trata de un salto mental, un atrevimiento, un "sí, puedo", un voto de confianza, un gesto de liberación, un soplo de esperanza.

Tantas veces oímos eso de tirarse al agua y en mi caso era real, pues arrastraba una especie de fobia, un miedo sin más, al agua. Y es que el miedo crea un muro a nuestro alrededor, una barrera infranqueable, un obstáculo enorme que nos aprisiona y nos encoge, literalmente, porque se apodera de nosotros, nos deja sin respiración. Es un parásito que va chupando nuestra energía, y cuanto más espacio le damos más grande se hace y más pequeños nosotros.

Pero cuanto más poder tenga el miedo sobre nosotros, más grande es la recompensa de su superación. Cuando nos enfrentamos a él, toda esa energía que estaba contenida y que lo alimentaba se ve liberada, se pone a nuestro favor y nos da fuerzas para seguir luchando, para seguir creciendo, para que retomemos nuestro lugar y el espacio que nos corresponde, sin muros alrededor.

Y aquí es donde entra el término "tirarse al agua" con toda su fuerza. Porque con este gesto tan sencillo se obra un milagro, el milagro de hacer que las cosas sucedan, que no se queden en un deseo, en un pensamiento que se repite, congelado para siempre.

Y cuantas más veces repitamos este salto mental, igual que lo hacemos a nivel físico en una clase de natación, más desarrollamos la capacidad de nuestro cerebro de hacerlo una y otra vez, aprendiendo a no dudar, aprendiendo a confiar en nuestras capacidades y aprendiendo que todo va a salir bien y que el primer paso es intentarlo.